Guerra Avisada No Mata Gente

He venido a un Starbucks en un intento de concentrarme en lo que estoy trabajando actualmente, sin embargo, la distracción me persigue. Siempre he odiado la capacidad que tienen los hombres para distraerme de las labores que quiero cumplir. Usualmente me encuentro escapando a bibliotecas, bares, trabajos, Netflix o en el caso de que nada funcione, jueguitos estúpidos de celular que acaparen mi atención. Hoy me encuentro prisionera de la incertidumbre y cada vez soporto menos estar con mis propios pensamientos; descanso la mirada en esquinas, miro nerviosamente mi celular a ver si me escribió, y como obviamente no me escribe, teorizo por qué no me escribe, y entonces comienza la batalla interna que no termina nunca.

Comencemos por decir que yo entré a esto sabiendo que era una mala idea. Hace varios meses, cuando este chico me invitó a salir, mi mejor amiga me advirtió que él era lo que se conoce como un Don Juan, un Playboy, un Casanova, un jugador, o en buen castellano, un pendejo. La insistencia de este chico hizo que mi yo interno, mi yo que adora la atención masculina, cediera a salir con él. Me auto-convencí de que como vivo en el extranjero esto no podría ser nada, que soy una mujer fuerte y que salir con él no podría afectarme, además guerra avisada no mata gente. La sabiduría adquirida con los años de experiencia debería haberme disuadido de tal terrible decisión, pero la estupidez no tiene edad.

Durante la primera parte de nuestra salida yo lo miraba con cara de “eres un pendejo que mierda hago yo aquí”. Una vez entrados los tragaos, cuando ninguno de sus intentos de ponerme de buen humor funcionó, él decidió encararme. Sin pelos en la lengua le confesé sobre los rumores que había oído de él y que la verdad llegué con un prejuicio a nuestra salida. Esto desató una agitada discusión sobre los hechos y su sentido de ética. Fue aquí donde perdí, no porque haya perdido la discusión, sino mas bien porque nada me encanta mas que una larga y acalorada discusión con un hombre que sabe argumentar sus puntos y darme la pelea (deben haber otras cosas que me gusten más pero ustedes me entienden). La cosa es que de alguna manera terminé acordando a una relación a lo “amigos con beneficios” porque siendo honesta, el chico me atrajo desde que lo vi (clásico), y él confesó no estar buscando nada serio. Puse mi mejor cara de “soy soltera y hago lo que quiero” y nuevamente me vendí el cuento a mi misma de que este chico solo me gustaba como midnight snack.

Vale recalcar que he tenido un par de relaciones de este tipo que sí fueron exitosas. Honestamente sí se puede, en mi experiencia tienen que ser patas que te atraen físicamente o le ponen el pare a tu arrechura pero con los que una vez terminado el acto no quieres conversar más y prácticamente los botas de tu casa. Debí saber que con este nuevo “amigo con beneficios” no funcionaría. ¿Por qué? Porque precisamente pasaba lo contrario; nos la pasábamos conversando horas, riéndonos y mirándonos a los ojos mas de lo prescrito. Todo probablemente parte de su técnica de encantador de serpientes. Solo nos vimos un par de veces antes de que yo partiera a mi maestría nuevamente, pero incluso estando yo allá conversábamos bastante, nos escribíamos, mandábamos fotos, etc. Siempre haciendo hinca pié en que solo éramos sexbuddies que se llevaban bien como amigos. Después de un tiempo se enfriaron las cosas y ya no hablábamos casi nada. Pasados los seis meses de nuestro último encuentro ya no me interesaba hablarle y de hecho cuando llegué a Lima pasaron varios días antes de contactarlo (a pesar de haber prometido que apenas pisara tierras peruanas lo llamaría para un remember). ¿A quien engaño? siempre supe que lo mensajearía. Su respuesta fue inmediata, y a la primera noche que pudimos nos vimos, y bueno, fue increíble. Conversamos, tomamos vino, lanzamos, tiramos y conversamos más. Hacia el final de la noche cuando noté que me estaba sintiendo peligrosamente muy cómoda comencé a asustarme. Empecé a medir cuanto lo miraba, cuanto me acurrucaba, y me atrevería a decir que huí de su casa. Se encendió como una señal de alarma en mi mente y cuando entre besos me pidió continuar con esta relación de “amigos con beneficios” mientras estuviera en Lima solo atiné a decir “no se”. Me lo preguntó una última vez cuando yo salía corriendo a mi uber cual cenicienta y otra vez respondí “no se”.

Y bueno, aquí estoy nuevamente sin saber que hacer con esta situación escribiendo sobre un hombre en lugar de trabajar. Han pasado un par de semanas desde que lo vi y nos escribimos de vez en cuando. Por un lado debería agradecer de que el pata está muy ocupado con su nuevo trabajo como para verme, se supone. Ósea, el tiempo cura todas las heridas, si no lo veo pronto me olvido, espero. Pero ando como sonsa, sé que debería, borrarlo, eliminarlo, no hablarle, no verlo etc. etc. etc. Pero no pues, así no es, mi cerebro no rige en este cuerpo decadente a pesar de repetirme a mi misma que debe estar saliendo con otras chicas al mismo tiempo. No tengo como explicar porqué sigo aquí esperando que responda mis mensajes de texto, solo puedo citar al sabio Gilberto Santa Rosa; “cuando se aferra un querer al corazón y la conciencia no tiene la razón no valen los consejos”.

Y si, yo se, ya lo dije, guerra avisada no mata gente, sarna con gusto no pica, pero ayyyyy como me pican estos deditos por escribirle. Necesito acabar con esta angustia, así que comparto mi plan para no dar vuelta atrás. Como se que no me aguantaré si me dice para vernos de nuevo, he decidido que la próxima vez que nos veamos diré la verdad (claro sin perder la serenidad que me caracteriza, ay si). Lo miraré y le confesaré que la última vez que nos vimos me fui angustiada porque me di cuenta de que me estaba enganchando. Que realmente me gusta mas que como un “amigo con beneficios” y que por eso no puedo continuar con nuestro “acuerdo”. Mi hipótesis es que como este hombre le huye al compromiso, saldrá disparado. Argumentará que ya sabía yo a lo que me metía, que igual yo no vivo aquí y que qué pretendía que pasaría. Esto es exactamente lo que necesito. Aparentemente solo me puedo alejar de un hombre si él me aleja primero a mi, así que lo único que tengo que hacer es meterme cabe a mi misma pero de manera consiente. Estoy segura de que esto funcionará, no me cabe duda, tanto así que no logro imaginar ningún otro desenlace. Puede ser que esté jodida emocionalmente, y que no sea normal andar maquinando autogoles, pero al menos me se manipular para lograr cambios positivos. Deséenme suerte.

calladgilberto

Leave a comment